miércoles, 19 de febrero de 2014

Emprendedores y otros fabulosos mitos. Algunas reflexiones sobre el emprendedurismo desde el sureste de México.

Por Luis Gregorio Sosa Grajales

- Corte A: Un hombre joven, no mayor de treinta años, experto en búsqueda y caza de talentos (head hunters) acude a una empresa local en Veracruz para brindar una pequeña conferencia. Aunque muchos salen convencidos de sus ideas, la realidad con la que se encontrarán es otra: en el área de trabajo de esta empresa, las universidades locales (tanto públicas como privadas) poco o nada promueven la figura de jóvenes emprendedores, autoempleo, promoción de talento, y otros conceptos relacionados con esta plática. Será una búsqueda larga. 

- Corte B: Con base en un diagnóstico muy bien elaborado, un grupo de universitarios han desarrollado un proyecto social de amplio impacto, que beneficiará a una población significativa de niños y jóvenes. Para concretarlo, se acercan con algunos profesores y a la directora de su carrera; no obstante, la respuesta de estos es símil: no hay forma de obtener recursos para poner en marcha proyecto de los muchachos. Por sus tareas personales, ningún docente se propone en apoyar a los jóvenes para “cazar” algún posible candidato que invierta en esta idea. Para colmo, dado que ninguno es estudiante de posgrado, ni se encuentra adscrito como profesor a ninguna dependencia, no hay forma de acceder a recursos de Conacyt o alguna otra fundación local. El ánimo de los jóvenes se pierde con el tiempo. Algunos de ellos han decido migrar a otras entidades, llevándose con ellos lo que queda del proyecto. 

Corte C: Un grupo de académicos pertenecientes a una conocida universidad pública local, se ha propuesto actualizar los planes y programas de estudio de una licenciatura en su facultad, a fin de adaptarlos a las nuevas necesidades tanto científicas y disciplinares, como de perfiles requeridos en sus egresados por el mercado actual. Las figuras del emprendedurismo, empleabilidad y proyección del talento se contemplan entre sus metas. No obstante, y apenas dos meses después, este propósito se derrumba ante divisiones políticas dentro de la mencionada facultad, y la complejidad institucional por llevar a cabo cambios y mejoras en los planes y programas.
No soy experto en talento, mucho menos un especialista en emprendedores. Mi tesis de grado no abordó este tema, y los únicos acercamientos que tengo con el mismo, provienen de mi experiencia en diseño y gestión de proyectos educativos, es decir, desde la perspectiva de un emprendedor más. Muchos dirán que eso le da suficiencia a mis ideas, sin embargo, quisiera enmarcarlas desde la informalidad, pues considero, estas líneas no tienen como intención hacer teoría.
La tesis central que expongo que resume en una línea: fuera de las grandes capitales, la figura de los emprendedores en México está poco fortalecida. En algunas zonas, debido a la complejidad social, económica y política, es nula o inexistente. Hablar de un emprendimiento o un proyecto de innovación en una universidad o con una empresa, resulta en la mayoría de los casos, extraño e incómodo. Para muchos, es más sencillo actuar desde esquemas establecidos, desde una zona de confort  que ya han mostrado su valía al producir ingresos, que invertir o "arriesgar" su dinero en innovación. Si eres joven y nadie te conoce, la situación se pone peor.
La razón de este fenómeno, se debe a la carencia de una idea: la falta de una cultura compartida entre individuos y organizaciones (universidades y empresas) respecto a que el emprendedurismo es una noble empresa: un área de oportunidad y desarrollo que beneficia a todos los involucrados por igual.
Y es que poco se trabaja formalmente este tema desde los centros de estudio, sobre desde la universidad pública. No se trata de un afán de buscar culpables, pero son notorios los problemas en materia de desarrollo, innovación, y por ende, en promoción y proyección de talentos (entre sus egresados y estudiantes) que viven muchos centros universitarios de la región y otras latitudes del país. Atrapadas entre la administración, la excesiva burocracia y una pizca de estatismo y politiquería, las casas de estudio se vuelven poderosas telarañas que atrapan y asfixian el talento de cientos de jóvenes, en vez de transformar y/o invertir en sus ideas.
Para colmo, pocas fundaciones e industrias que promueven la innovación y el emprendedurismo en la región (las que lo hacen, invierten en rubros y perfiles específicos o muy enfocados), no alcanzan para dar cobertura a las carencias  que existen en este rubro a nivel local. ¿Quién promueve, por ejemplo, a emprendedores en material social?, ¿quién se encarga de incentivar que jóvenes universitarios y egresados desarrollen proyectos sociales de amplio impacto a nivel local? No todo es industria, señoras y señores: vivimos en un país de serias y marcadas desigualdades, en el cual solo a través de la acción social, se pueden producir cambios profundos y duraderos. Allí existe una gran área para invertir y actuar; allí existe un gran mercado para que jóvenes se desarrollen e impacten con sus proyectos y acciones.
Todavía existe un enorme tramo por recorrer en nuestro país respecto a los emprendedores, sobre en material de proyectos e innovación social. Como previamente señalé, fuera de las grandes capitales mexicanas, los emprendedores deben sortear muchos obstáculos para materializar, y por ende, capitalizar sus ideas. Quizás suene bonito en una conferencia, pero hablar del emprendedurismo como una meta alcanzada “en todo México”, es contar un fabuloso mito. 

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