viernes, 28 de agosto de 2015

Sobre las crisis en Redes Sociales…

En contraste con los medios masivos tradicionales, como la radio y la televisión (cuya principal virtud es la transmisión masiva de información vertical, rígida y centralizada, controlada por un pequeño grupo o minoría), las Redes Sociales de Internet representan un modelo horizontal y no jerárquico de transmisión de contenidos, en el que participan una gran cantidad de personas sin ninguna estructura de control. Por esta razón, intentar establecer modelos, parámetros o reglas para predecir o regular el comportamiento que tendrán los fenómenos comunicativos propios de estos espacios (tal es el caso de las crisis que involucran, benefician o perjudican a individuos, grupos u organizaciones), resulta poco funcional y en muchos casos, contradictorio. Sin embargo, algunos sucesos recientes y el estudio científico de las Redes Sociales desde diversas disciplinas, nos permiten sugerir (de manera preliminar) algunas claves o pistas que contribuyen a la comprensión, análisis y atención de estos fenómenos.

El primero, y quizás más importante de los puntos que debemos establecer sobre las crisis en redes sociales, es que ningún incidente que se produzca en estos espacios virtuales será parecido al anterior. Cada una de las crisis que involucra a individuos, grupos u organizaciones en estos espacios digitales, se origina por una serie de condiciones diversas (ya sean sociales, políticas, culturales, económicas y educativas) que interactúan entre sí de manera propia. Mutan, se transforman o evolucionan de acuerdo dinámicas y patrones que es imposible de predecir del todo.
Con facilidad, podemos afirmar que cada crisis que se produce en las redes sociales, de una forma u otra, posee una personalidad propia. Por ende, este tipo de fenómenos mediáticos son difíciles de contener (salvo que se cuente con una gran cantidad de recursos o una presencia afianzada en estos espacios), su impacto resulta imposible de determinar (un hecho o incidente cuyo impacto parece que durará días, repercute apenas unas horas; otro incidente que parece menor, termina afecta durante semanas la imagen de un individuo u organización), y su resolución en la mayoría de los casos, no es pronta ni eficaz. Dicho de otra forma, no existen recetas mágicas para dar atención de manera generalizada a estas crisis.
Otro de los puntos importantes a destacar, es que los especialistas y/o titulares de comunicación social, institucional o personal de individuos, grupos y organizaciones, deben ser conscientes que las redes sociales poseen una dinámica de comunicación propia, y que estas no funcionan bajo esquemas lineales, centralizados, verticales o rígidos, como la televisión, la radio o la prensa escrita. Los comunicados de prensa, boletines y declaraciones oficiales pierden su impacto ante la inmediatez, prontitud y saciedad de la información propia de estos entornos virtuales.
Todo lo anterior representa un cambio paradigmático, al pasar de un esquema de comunicación institucionalizada (vertical, pragmático, informativo y unidireccional) a la dinámica comunicativa reactiva y desregulada propia de Internet y las redes sociales. Esto, sin lugar a dudas, significa un reto en materia de estilos de comunicación al que sujetos y organizaciones deben hacer frente. Pues como sugiere la investigación actual, entre más centralizada y rígida sea la comunicación por parte de instituciones o gobiernos, menos compatible será con el carácter horizontal y no jerárquico de las redes sociales, que incluyen interacción, comentarios, libertad de opiniones y posturas, e incluso, una franca oposición a las ideas expuestas (Martel, 2014; Sosa, 2015).
En este nuevo paradigma de comunicación propio del internet y las redes sociales, el tiempo juega un papel fundamental respecto al impacto (positivo o negativo) que puede tener una crisis en las redes sociales para una persona, marca o institución. La investigación realizada por Martel (2014) sobre estos medios digitales, claramente evidencia que las organizaciones centralizadas de todo el planeta (gobiernos, corporaciones o grupos ideológicos) tienen serias dificultades a la hora de solucionar los problemas que las afectan desde las redes sociales. Y es que en la dinámica propia de estos espacios virtuales (donde la creatividad, el dinamismo, la espontaneidad, la participación y la independencia de criterio son clave para crear un vínculo con los usuarios), resulta imposible esperar a que se produzcan pronunciamientos o comunicados oficiales, y que a través de estos, se dé por terminada una crisis o fenómeno originado en las redes. Por lo general, “la respuesta oficial” llega después de la vorágine comunicativa, y ya que existen estragos significativos para la marca u organización.
El aprovechamiento del tiempo tras la detección de un incidente que derivará en una crisis en las redes, consiste en la identificación de causas, actores, implicaciones y efectos (a corto y mediano plazo), así como una determinación de líneas inmediatas de acción por parte de los sujetos y/u organizaciones implicadas. Esta ‘contención primaria’ ante una eventual fase de buzz (ruido) informativo, deberá ser ponderada por los participantes, pues algunos incidentes requerirán mayor atención que otros.
Se recomienda nunca (por ningún motivo) ignorar un eventual incidente que pueda conducir a una crisis en redes sociales. La falta de reacción y el desaprovechamiento del tiempo ante una crisis potencial, por lo general produce un efecto ‘bola de nieve’, que a la larga producirá impactos prolongados y duraderos sobre la imagen de individuos, marcas u organizaciones. Como lo han mostrado diversos casos en años recientes, una crisis en redes sociales, ya sea manipulada, fabricada u originada través de incidentes reales, deja una huella profunda e imborrable.
Por esta razón, la última recomendación preliminar que se sugiere para que individuos u organizaciones actúen ante una eventual crisis de este tipo, representa también un cambio paradigmático frente a los esquemas tradicionales de comunicación institucionalizada: la respuesta de parte de los involucrados en la crisis, deberá ser siempre transparente, personal y deberá apelar a la comprensión de la sociedad en general.
Sumado a la pérdida de tiempo y la falta de acciones contundentes durante el buzz informativo, la receta perfecta para que una crisis en medios digitales produzca efectos catastróficos y duraderos, incluye la negación, manipulación o desconocimiento de los hechos de lado de los involucrados. Pues como destaca el BID, la manera más eficaz para combatir este tipo de crisis –sobre todo si ya es conocida por un amplio sector de usuarios en Internet– consiste en actuar de forma directa y transparente.
De acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), 51% de los mexicanos (53.9 millones de personas) cuentan con acceso a Internet, y de ellos, 91% son usuarios activos en redes sociales. Alrededor del planeta, la cifra de internautas también continúa en ascenso, y según reporta la UNESCO (2014), se espera que más de 5 mil millones de personas en el mundo cuenten con acceso a la red para 2020. Este aumento en la conectividad global, ha sido posible gracias a la revolución de las tecnologías móviles, y de acuerdo con AMIPCI, este fenómeno se produce igualmente en nuestro país.
Ante esta nueva dinámica de comunicación digital que revoluciona el entorno local y global, es necesaria una reconfiguración en los medios y formas de comunicación de sujetos, instituciones y organizaciones. El reto, ante esta realidad, consiste en reconocer que (en sus marcos de diversidad, pluralismo, horizontalidad y descentralismo) Internet y las redes sociales abren la puerta para que se lleven a cabo múltiples lecturas de un mismo hecho o información, lo cual de acuerdo a los esquemas contemporáneos, las hace igualmente válidas y reales. Nos guste o no, debemos ser respetuosos de esa dinámica, ya que hace posible una mayor interacción, diálogo, participación y pluralidad en nuestras sociedades.


Fuentes:
-Banco Interamericano de Desarrollo, consultado el 21 de mayo de 2015, disponible en: http://www.iadb.org/es/banco-interamericano-de-desarrollo,2837.html
-ComScore. Futuro Digital — México 2012, consultado el 21 de mayo de 2015, disponible en: http://www.comscore.com/lat/
-Del Prado, R. coord. (2014) Etica y redes sociales. México: Tirant LoBlanch.
-IAB México y Millward Brown. Estudio de consumo de medios y dispositivos entre internautas mexicanos, 7ª edición, consultado el 21 de mayo de 2015, disponible en: http://www.iabmexico.com/consumo-medios-dispositivos-internautas
-Martel, F. (2014) Smart. Internet (s): la investigación. México: Taurus.
-Sosa, L. Sobre la Tecnofobia. México, consultado el 22 de mayo de 2015, disponible en: https://medium.com/@luisgregorio/sobre-la-tecnofobia-f7186775e0ed
-SinEmbargo.Mex. La PROFEPA investigará origen del jaguar en el video del Cumbres, consultado el 21 de mayo de 2015, disponible en:http://www.sinembargo.mx/27-04-2015/1324234
-UNESCO (2014) Serie de documentos de trabajo de la UNESCO sobre aprendizaje móvil. Francia: UNESCO.

miércoles, 21 de enero de 2015

Sobre el Compromiso...

Odiamos el compromiso. Con temor veo que la profecía de Lipovetsky y muchos otros acerca de que el hedonismo, el egoísmo y la eterna búsqueda del placer narcisista están aniquilando el compromiso generalizado por las grandes cosas, es más que nunca un hecho comprobable. Sin embargo, con temor aún mayor veo que esa aversión por el compromiso no es reflejo de un amor exacerbado hacia nosotros mismos: más bien se trata de lo poco que practicamos este valor, empezando por el que deberíamos tener hacia nuestra persona.
Hasta hace poco, existía la creencia generalizada de que nadie, con un poco de sentido común y autoestima, quería envenenar el aire que respira, eliminar al amigo que admira, destruir una relación a la que aspira, o dejar en cenizas a la sociedad y economía que lo sostenía. Quien lo hacía, era debido ideas suicidas, autodestructivas o tantas otras psicopatologías.
Sin sonar anticapitalista, creo que vivir en una sociedad basada en el consumo ha vencido esa premisa: percibir las cosas que existen en la realidad como un bien, un servicio, un objeto consumible, desechable y renovable al que podemos acceder, ha atrofiado el valor de la responsabilidad (madre del compromiso) que tenemos de casi todo. Hoy en día, muchas personas actúan como si tuviéramos un mundo más para vivir cuando este se termine, que los amigos y las relaciones son un servicio material que podemos utilizar y desechar, que la sociedad, la economía o el gobierno se transformarán si hago un cambio en mis preferencias de consumo (el voto). La vida a la carta que sentenciaba Lipovetsky, donde todo y todos somos objetos de consumo, y no hay nada más erróneo que esto.
La falta de compromiso por las cosas surge (y se alimenta) de un imaginario social donde todo es accesible, renovable, efímero, auto-satisfactorio e inmediato. Ya nada es para siempre, no hay proyectos a largo plazo, todo siempre debe renovarse, moverse, transformarse, incluso nosotros mismos. Lo que permanece está outdemodéYOLO. Renuévate una y mil veces, luego muere, pero nunca permanezcas.
La falta de compromiso por nosotros mismos surge como reflejo de estas circunstancias: transformarnos en algo efímero, destinado a caducar, que cada cierto tiempo debe renovarse para no extinguirse; nos encerramos en el círculo vicioso del cambio permanente y constante, en detrimento de comprometernos con algo mayúsculo que hará posible la gran renovación, aquella que generará transformaciones equivalentes dentro del sistema. Porque solo el compromiso por nosotros mismos generará cambios que, eventualmente incidirán en nuestras relaciones, familia, la sociedad y el planeta en sí. No viceversa.
Y es que no podemos decirnos comprometidos con algo (ideales, relaciones, personas, el mundo), si en primera instancia no lo hemos hecho con nuestra persona. En esa misma lógica, tampoco podemos exigirle compromiso a otro u otros, cuando vamos por el mundo sin la menor responsabilidad por nadie ni nada.
Y lo sé, esto último puede doler. Desde hace algunas semanas, busqué consolidar un compromiso con una persona a la que aprecio, cuando ni siquiera yo estaba cuidando mis propios compromisos. Epic fail.
Hoy por la noche, antes de ir a la cama, creo que pensaré en mis compromisos actuales. Aquellos relacionados con mi familia, amigos, mi actual empleo, mis metas, y sobre todo, conmigo mismo. Los resultados quizás sean menos divertidos de lo que creo, pero al menos, serán muy útiles para mi vida. Eso es lo que más importa ahora, después regresaré a rescatar al mundo.
Deséenme suerte.