domingo, 6 de octubre de 2013

El reto de ser profesor en México

El  15 de mayo celebramos en México el Día de Maestro. Más que nunca, las y los docentes de nuestro país son foco de atención: los recientes eventos políticos que involucran de forma directa al gremio magisterial, han puesto a los profesores en el centro de la atención pública y mediática. Sin embargo, y más allá de la discusión estéril en la que se busca culpar a los maestros por la situación actual de la educación, es necesario recordar quienes son nuestros profesores, el papel que estos juegan en el México contemporáneo y los retos y problemáticas a las que se enfrentan.

Desde la población indígena rural más distante, hasta la mayor de nuestras capitales, las profesoras y los profesores de México encaran día con día un sinnúmero de desafíos: desde la carencia de infraestructura y equipo de trabajo, pasando por la falta de una formación de soporte que les permita sortear con las necesidades educativas actuales, hasta llegar a las situaciones de violencia, migración y pobreza que existen en todo nuestro territorio, y que contribuyen día a día con las cifras de deserción y abandono escolar. Tan diverso es nuestro país, sus regiones y sus habitantes, como los son las problemáticas y dificultades a las que se enfrentan los docentes.
Ser maestro hoy en día es muy distinto de lo que fue hace algunas décadas: los múltiples cambios sociales y las nuevas tecnologías dibujan un nuevo escenario, en el que los profesionales de la educación deben constantemente adaptarse no solo a las nuevas demandas que la sociedad les plantea, sino retos diversos que tienen que ver con el mundo plural y globalizado en que vivimos. 
El 15 de Mayo, como una fecha simbólica que nos recuerda y nos permite celebrar a nuestros docentes, es también un espacio privilegiado para reflexionar en torno a la situación actual del profesorado mexicano: ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan los maestros hoy en día? ¿Qué se está haciendo para dar cobertura a estas demandas? ¿La evaluación docente que impulsa la actual reforma educativa será la solución a estos dilemas? ¿Cómo desde nuestra propia trinchera (sea académica, política, de acción social o como padres y madres de familia) podemos apoyar a los profesores y a la labor que realizan en todo nuestro territorio?
No obstante, esta reflexión queda en un segundo plano, y se apremia a la discusión estéril, pretenciosa y muchas veces mordaz. Pareciera que ser profesor hoy en día, es ser blanco de la crítica. Mientras los medios y algunos analistas aseguran que los profesores se enfrentan actualmente a uno de los retos más fuertes de su historia (el reto de la credibilidad frente al cambio), la realidad nos muestra (y nos seguirá mostrando) que las y los maestros sortean día a día, y con sus propias herramientas, otras circunstancias que poco o nada tienen que ver con la eterna batalla política en la que están inmersos muchos sectores de nuestra sociedad. Los maestros no son ajenos al cambio, pues es este el que da forma a su profesión todos los días.
Los maestros llegan este 15 de mayo (como quizás en cualquier otra fecha) con una de las responsabilidades más grandes de nuestra sociedad: la de formar a los ciudadanos del mañana, las niñas, niños y jóvenes que asisten diariamente a los centros escolares. Esta responsabilidad, en un país como el nuestro, lacerado por la corrupción, la miseria y la violencia, se vuelve una odisea que los profesores jamás podrán sortear solos; más que nunca, los padres de familia, la sociedad y los gobernantes deben unirse a los maestros en la travesía de formar a las nuevas generaciones. Y es que recordemos, mucho se discute respecto a que nuestro país no cuenta con la educación que necesita, sin embargo, poco se habla de que esta responsabilidad es compartida.
Debemos en ese sentido, hacerles saber a las profesoras y los profesores de México que no enfrentan solos el reto de educar a los ciudadanos del mañana. Que así como observaremos que ellos cumplan sus responsabilidades, vigilaremos porque se defiendan y se hagan valer sus derechos.

® Derechos Reservados. Originalmente publicado Universidad Iberoamericana

sábado, 5 de octubre de 2013

TIC: Tiempo de ruptura

*En co-autoría con Pedro Flores Crespo (INIDE/UIA).

Al promover el uso y dominio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la educación, poco se reflexionó en las nuevas desigualdades que aparecerían. Para hacer frente a esta realidad, los gobiernos se dedicaron a dotar a los estudiantes de computadoras y de aulas de tecnología mientras que a los maestros se les ofrecieron un sinnúmero de cursos de capacitación para el uso de las TIC.
Este “asistencialismo tecnológico” tuvo diversos efectos. En primer lugar, la cobertura de servicios y recursos tecnológicos fue desigual y en segundo, poco se pensó en qué recursos adicionales eran necesarios para convertirse en un usuario de TIC. Una especie de “mala educación tecnológica” apareció en el escenario escolar, y contribuyó a generar nuevas problemáticas.
Quizás la más riesgosa, tomando en cuenta la cantidad de mexicanos que aún viven en la llamada Brecha Digital (30 por ciento de los jóvenes de 10 a 24 años, y más de 50 por ciento en personas de 25 a 75 años según datos de la SEP en 2011), es la resistencia de muchos profesores de integrarse al mundo digital. De acuerdo con esta institución, 52 por ciento de los profesores de educación básica en México casi nunca o nunca usan la computadora al presentar su clase; la razón de esto derivaría de que a 42 por ciento de los docentes en este nivel, “no les agrada” utilizar ni las computadoras ni el internet como auxiliar pedagógico.
A este aparente desinterés deviene una fascinación por las TIC en ciertos sectores que no ha variado desde hace un par de décadas. Durante su gira por Uruguay en enero pasado, el presidente Enrique Peña Nieto conoció el proyecto Ceibal, el cual “promueve la inclusión digital de los niños y adolescentes” de ese país. Peña Nieto no dejó dudas. A pesar de que muchos no nos explicamos qué ocurrió con el programa Enciclomedia y después con el mal logrado Habilidades Digitales para Todos (HDT), ahora se promete impulsar en México un “modelo propio con el fin de dotar de computadoras a los niños de 5º y 6º años de primaria”. Esto, se asume, será para elevar la calidad de la educación (www.presidencia.gob.mx 29/03/13).
Asumiendo que las TIC son un apoyo para el aprendizaje y el logro escolar, queremos proponer una ruptura (entendida como un cambio paradigmático) en la forma en la que se ha abordado su uso en la educación de México. Esta propuesta se sustenta en tres puntos clave.
En primer lugar, es preciso quitar al objeto tecnológico del centro del proceso educativo. El uso de las computadoras y el internet no pueden ser protagonistas de un proceso que, por esencia, debe tener a los estudiantes y a los profesores en el centro. Las TIC, por más innovadoras que sean, son sólo un medio que posibilita la mejora en los procesos de enseñanza y aprendizaje. No es el fin educativo.
En segundo término, es necesario volver al sujeto. Repensar la labor educativa desde la perspectiva de los distintos actores educativos. Esta sugerencia apunta la noción de pertinencia que tanto se ha discutido en las definiciones de calidad y que el Senado de la República agregó en el caso de la reforma. Mientras la literatura sobre uso de la TIC se centra en los nativos y migrantes digitales, nuestra propuesta es que no se deje de considerar a los marginados digitales (Sosa, 2012), los cuales pueden ir desde un niño en alguna población apartada hasta una persona de la tercera edad que paso con sus nietos —probablemente nativos digitales — largos espacios de tiempo.
En tercero y último lugar, opinamos que habrá que reflexionar, desde los espacios de decisión política, en el desarrollo de nuevo lenguaje que aquí podemos nombrar como lenguaje tecnológico. El lenguaje tecnológico (LT) es una condición clave antes de inundar a las escuelas de cables, computadoras y cursos de TIC, pues se trata de un sistema comunicativo surgido de la adquisición, la apropiación y el uso de la tecnología digital por parte de las personas; una dimensión de nuestro lenguaje que se ha desarrollado en nuestra realidad tecnológica actual.
Estamos en un tiempo en que el debate sobre la tecnología y la virtualidad son cada vez más necesarios. Las fronteras entre aquello que es real y lo que no, impulsa el desarrollo de nuevos aprendizajes. En este sentido, el LT — como cualquier otro lenguaje— quizás nos conduzca a desarrollar nuevas capacidades de pensamiento y razonamiento. “El hombre no habla porque piensa sino que piensa porque habla”, diría Octavio Paz.

® Derechos Reservados. Originalmente publicado en Campus Milenio (14/03/2013).